Natalia Prego Cancelo MD, Dra, oficial Canal de difusión
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Médico especialista en medicina familiar y comunitaria.
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Forwarded from Akasha Comunidad
#Musak 041124

Estimados miembros de Akasha Comunidad:

A veces pienso que hemos entrado, colectivamente, a la mente de un demente, uno que sueña, en tecnicolor, las cosas más aberrantes y las considera normales. Lo peor es que de las 8,000 millones de almas que se unieron al sueño del demente, la mayoría (no se exactamente cuántos, pero aún son muchísimos) piensa que lo que sueñan es, de hecho, la realidad, y la normalizan.

¿Por qué digo eso? Pues, ¿Cuánto tiempo tienen? podría responder. Son tantas las cosas anómalas que se están aceptando como normales: desde las muertes repentinas de personas jóvenes y sanas hasta el comportamiento aberrante de los cánceres, agresivos y rápidos, que están afectando a tantos. O la promoción (y lamentable aceptación) de 'vacunas' que son terapia génica y que no inmunizan sino que vuelven más susceptibles de enfermar a quienes siguen formándose, felices, para recibir una dosis más (la sexta, supongo). O la invención de nuevos términos que no significan nada, pero como son promocionadas por los influencers autorizados, entonces adquieren vida propia. O la cada vez más empujada-por-los-medios idea de que la naturaleza se equivoca y el sexo es algo intercambiable, como la ropa, y quién no lo acepte es tildado de todos los términos peyorativos que se les ocurran. Sin duda, el mundo está patas arriba en el sueño del demente en el que nos encontramos.

Hoy me topé con una noticia de la semana antepasada, el 24 de octubre de 2024, para ser exactos, que me dejó en silencio. Me refiero a ese tipo de silencios profundos que contienen tristeza y enojo y, sí, también compasión, y del que quisiera encontrar la forma de transmutarlo en aquello que haga falta para que finalmente despertemos de esta locura, pero, la verdad, no sé cómo.

La noticia explica que, en Ottawa, Canadá, se le aplicó la eutanasia, a un hombre de 49 años que había desarrollado secuelas post-vacunación contra COVID-19.  (https://nationalpost.com/health/ontario-man-euthanasia-post-covid-19-vaccination-syndrome).

Es decir, hemos de aceptar y aplaudir que no se ofrece ayuda, ni siquiera reconocimiento de que existen, a quienes sufren los efectos adversos de estas inyecciones, pero si se trata de ofrecer la muerte como solución, ¿entonces sí que se acepta?

¿Acaso es posible entender esto como cualquier cosa menos locura colectiva?

De acuerdo con la nota y con el mismísimo Gobierno de Canadá, también se le ofrece la eutanasia a los suicidas, a los que tienen enfermedades para las que "no hay cura" (no lo digo yo, sino el Ministerio de Salud Canadiense), ¡como el síndrome de colon irritable!, o a los adictos a opioides ... !Faltaba más, la eutanasia está para servirles! ¡Muy civilizado todo en este mundo de locura colectiva!

Y el problema es que está tan, pero tan polarizado y tan, pero tan políticamente correcto este mundo del Siglo XXI que seguramente habrá muchos (algunos incluso en nuestra comunidad) que defiendan el hecho y que se indignen de que alguien (en este caso, yo) ose decir algo, lo que sea, contra ese "derecho-bien-ganado" (espero que entiendan mi sarcasmo) a morir cuando uno desee o cuando un médico se los recomiende.

¿Qué tanto necesita ocurrir para que decidamos decir '¡Basta!' e intentemos regresar a un camino de sentido común, menos dominado por lo políticamente correcto y más por lo correcto, más solidario y más valiente?

Me iré a dormir pensando en lo mucho que se ha transformado la medicina para que ahora se piense (al menos en Canadá) que lo mejor que se puede hacer para un adicto, un deprimido, o alguien con secuelas crónicas debidas a un producto que ellos mismos (los médicos) le recomendaron aplicarse, es la eutanasia.

A la porra y gangrena, diría Benedetti. Y hoy, lo entiendo profundamente.

Karina AW:_